Las mujeres de la Generación del 27, a pesar del gran talento equiparable al de sus coetáneos varones, fueron invisibilizadas salvajemente mientras vivían y, por ende, también tras el exilio forzado por el estallido de la Guerra Civil en España. No fue hasta hace poco que un grupo de especialistas pusieron empeño en dar a conocer la existencia de tan célebres escritoras y artistas olvidadas por culpa del machismo y el fascismo latente en gran parte del siglo XX. Entre ellas se encuentran personalidades como Maruja Mallo, Josefina de la Torre, Rosa Chacel, María Zambrano, Concha Méndez, María Teresa León, Margarita Gil-Rosëset y Ernestina de Champourcín.
A principios del siglo XX, se le imponía a toda mujer ser ama de casa para cuidar de sus hijos y marido a la par que encargarse de las tareas domésticas. Claramente, esta situación de opresión, sumada a la situación política que vivía el país en ese momento, hizo florecer un sentimiento contrario y una sed de libertad que se manifestaron a través de la literatura y el arte. Por otra parte, las influencias republicanas en el entorno fueron clave para avivar el espíritu de lucha. Un hecho que dejó clara la postura de estas mujeres fue el día en que Maruja Mallo y Margarita Manso, junto a Dalí y Lorca, decidieron quitarse el sombrero al pasar por la Puerta del Sol de Madrid; lo que provocó que los apedrearan.
A pesar de que fueron muy poco reconocidas y el impacto producido fue menor al deseado, supusieron un icono para las mujeres de ese tiempo ya que tuvieron el valor de poner en práctica la libertad que querían. Consiguieron que una parte considerable de la población femenina se cuestionara el estilo de vida que tenían y que, algunas de ellas, se sumaran a la misma causa. No se dejaron someter por los medios y jamás olvidaron que eran tanto o más válidas que sus compañeros.
Por temor a ser perseguidas durante la Guerra Civil Española, la mayoría se exiliaron a Latinoamérica; conservaron la pasión por lo que hacían y mantuvieron sus ideales en alto. En lugares como Cuba y Argentina, sus obras fueron bien recibidas y, tras el éxito, consideraron propicio pasar allí varios años. Una vez acabada la guerra, muchas se reencontraron con la patria que las rechazó, las cosas eran distintas a cómo las recordaban. El régimen franquista empeoró la situación de tal manera que tuvieron que proseguir con su actividad revolucionaria en la clandestinidad, ya que en la prensa era sumamente arriesgado opinar y sus libros, al igual que los de muchos varones republicanos, no eran publicados ni aceptados por la estricta barrera protectora que envolvía la sociedad de entonces; una renovada pero gris realidad en la que mentes libres como ellas no tenían lugar.
Aunque sea pletórico pretender que todo fue gloria cuando las cortinas de humo del franquismo se disiparon, nos debemos dignar a reconocer que la realidad dista de ello. Lo cierto es que no fue nada fácil para ellas; la sensación que causaron en su época no fue tan rompedora, pero sí estremecedora. Es ahora cuando está saliendo a la luz que fue un grupo que supo resplandecer en silencio, un grupo de mujeres fuertes que no cedieron. Es gracias a ello que, hoy en día, podemos presumir de que la historia de la mujer española contó con su Generación de Oro. Sus obras siguen leyéndose y disfrutándose, no han sido olvidadas.
Virginia García
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